La terciarización de la miseria en Bolivia – El ministro Chipana legaliza la terciarización del trabajo
El subcontrato se generaliza en la agroindustria y también en instituciones estatales y municipales
29 Sep 2009 – El ministro Chipana legaliza la terciarización del trabajo
El gobierno legalizó la subcontratación o tercerización laboral,
modalidad de contratación prohibida de forma explícita por la Ley
General del Trabajo. En muchas instituciones estatales y municipales se
generaliza la subcontratación.
En los últimos decenios, el capitalismo puso a disposición del patrón
nuevas herramientas para el control de obreros, del proceso productivo y
del capital sobre el trabajo. Una de ellas es la terciarización.
La
terciarización consiste esencialmente en pasar a terceros (empresas o
microempresas e incluso individuos) funciones que son propias de la
empresa, pero que no necesariamente están ligadas a su actividad
central, tales como los servicios de limpieza, comedores, vigilancia,
transporte, prestación médica y jurídica, procesamiento de datos,
distribución de productos, mantenimiento, y comunicaciones, entre otros.
La terciarización no se explica por las nuevas formas de gerencia de
calidad y de “especialización flexible”, sino esencialmente por la
aplicación de una estrategia de reducción de costos que supone la
pérdida de conquistas sociales y laborales de los trabajadores
terciarizados y de los empleados de planta.
La terciarización impulsada en el periodo neoliberal ha flexibilizado
las condiciones de trabajo, ha contribuido a la caída del salario, ha
generalizado el trabajo por tiempo parcial o por temporadas (obreros de
mantenimiento trabajan algunos días del mes); ha facilitado la
contratación y el despido de trabajadores de acuerdo con la producción, y
ha generalizado en el trabajo a domicilio (familiar o en talleres).
El verdadero objetivo de la terciarización, no admitido por
las cámaras empresariales y sus gobiernos, es combatir a las
organizaciones sindicales, desconocer las conquistas sindicales y
laborales, y quebrar o desestructurar la identidad y unidad de los
obreros.
Ahora la patronal tiene un mayor control
sobre el trabajo, ya que es más fácil negociar con trabajadores de
muchas empresas fragmentadas. En cada centro de trabajo existen dos
tipos de obreros vinculados a una sola empresa: un núcleo estable de
trabajadores mejor renumerado y otro núcleo de eventuales y no estables
con menores ingresos y en peores condiciones de trabajo. En esas
condiciones, las organizaciones sindicales tienen más dificultades en la
negociación obrero-patronal e incluso en la propia sustentación
financiera de los sindicatos.
Este proceso ha ido abarcando a funciones que son propias de las
actividades centrales de las fábricas. El caso más emblemático en el
último tiempo son los estibadores, ASFADE (limpieza), la sección de
derivados (cartoneria) de la fábrica de aceites Fino.
El proceso de terciarización se ha generalizado en la agroindustria
boliviana. Las grandes empresas productoras delegan la producción de
materias primas (pollos, chanchos, leche, cítricos, soya, etc.) a
pequeños campesinos. A este proceso se le ha denominado construcción
“virtuosa” de “cadenas productivas” que “integran” a las grandes
empresas agroindustriales con los productores rurales.
El caso es más dramático ya que el subcontrato se ha generalizado en
las instituciones estatales y municipales. Por ejemplo, la Alcaldía de
La Paz emplea a cerca de cinco mil funcionarios, de los cuales solo
1.500 están protegidos por las leyes laborales y el resto son
consultores y personal de apoyo sin ningún tipo de derechos laborales.
Otro ejemplo de esta situación es la recientemente nacionalizada Vías
Bolivia, Administradora de Rodaje y Pesaje que atiende ochenta puestos
de cobro a nivel nacional. Sus 600 cobradores tienen contratos como
consultores.
El primero de mayo de 2009, el gobierno de Evo Morales, con el
auspicio del ministro de Trabajo Calixto Chipana (el segundo obrero
fabril en ocupar dicha repartición), aprobó un conjunto de medidas,
cinco decretos supremos en total, supuestamente en benefició de la clase
trabajadora.
Varias organizaciones sociales y sindicales calificaron a dichas
medidas como demagógicas, dado que “como tantas otras disposiciones
legales dictadas en el pasado, los patrones y el Estado se darán modos
para burlarlas”, comentó el POR.
El hecho es que el Estado impulsa y legaliza la terciarización del
trabajo, y aprende a evadir las normas laborales que está obligado a
cumplir.
La Ley General del Trabajo prohíbe de manera explicita la existencia
de la modalidad de subcontrato. El artículo 31 de la norma establece que
sólo el Estado podrá actuar como intermediario entre patrones y
trabajadores en la contratación.
Sin embargo, el Decreto 107 legaliza la existencia de mercaderes de
la fuerza del trabajo y permite la subcontratación, la tercerización y
otras formas de contratación al margen de la ley, siempre y cuando se
reconozcan los derechos laborales de los subcontratados.
El DS 107 contradice al Decreto 28699 del 1 de mayo de 2006, que en
su artículo 5 señala que “Cualquier forma de contrato civil o comercial,
que tienda a encubrir la relación laboral, no surtirá efectos de
ninguna naturaleza, debiendo prevalecer el principio de la realidad
sobre la relación aparente”.
Este decreto sugiere que la intensión del gobierno nacionalista es
menoscabar las conquistas de la clase obrera en un contexto de crisis y
recesión mundial, que de manera dramática golpea a obreros y a mineros.
No hay que olvidar que para la empresa privada y sus gobiernos la única
forma de salir de la crisis es pasar la factura a los trabajadores.
Esto lo saben muy bien los obreros de Fino y de la Cervecería
Boliviana Nacional que luchan por la sindicalización de los terceros,
pero se han topado con un muro levantado por el gobierno nacionalista
indígena.
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